Referente en agricultura de baja huella ecológica y alto impacto social, el sector de la almendra en España y Portugal se ha consolidado como segundo productor y exportador mundial de este fruto seco.
Cada vez es más apreciada por la industria europea por las especificas características organolépticas de sus variedades, como guara, soleta, belona, avijor-lauranne o penta.
Variedades con características propias son su tarjeta de presentación. La almendra europea, que tiene en la Península Ibérica su gran centro de producción, es cada vez más demandada tanto por el consumidor final como por los profesionales de la industria alimentaria, gracias a las buenas prácticas agrícolas y de transformación llevadas a cabo por los sectores español y portugués, basándose en el acreditado modelo de producción europeo y en la estrategia ‘Del campo a la mesa’.
Uno de los sistemas más avanzados del mundo, que asegura tanto la sostenibilidad como la calidad del producto gracias a su exigente conjunto de normas y reglamentos. Aunque lo cierto es que los productores ibéricos van mucho más allá de esas regulaciones en aspectos como la gestión del agua. De hecho, el 82% de los almendros cultivados en ambos países se encuentra en régimen de secano.
A esto se une otro hecho clave: más del 25% de las hectáreas de almendros presentes en España y Portugal están certificadas como ecológicas, lo que convierte a este territorio en un auténtico referente global.
Con un mercado europeo que cada día demanda más alimentos sostenibles, la almendra ibérica se coloca como una solución perfecta para las industrias alimentarias del continente. Razón por la que la organización española SAB-Almendrave y la portuguesa Centro Nacional de Competências dos Frutos Secos (CNCFS) se han unido para realizar la campaña ‘Sustainable EU Almond’, cofinanciada por la UE, que busca destacar la importancia del origen, y todo lo que ello implica en cuanto a sabor, calidad y sostenibilidad.
Icono ibérico
Con sus 800.000 hectáreas de almendros, España y Portugal unidas constituyen el segundo productor y exportador mundial de este fruto seco. Y, para ambos países, el mercado europeo supone una magnífica oportunidad, ya que representa nada menos que el 31% del consumo mundial de almendra, con unas 487.000 toneladas anuales.
De manera que existe una oportunidad real de convertir a este auténtico icono ibérico, tan presente en la dieta Mediterránea, en un fenómeno a nivel europeo. Por eso, la campaña puesta en marcha por SAB-Almendrave y CNCFS pone el foco en Francia y Alemania, además de en las propias Portugal y España.
Y sus principales armas para lograrlo son la calidad y la sostenibilidad. Por ejemplo, es importante resaltar que la almendra europea secuestra alrededor de 17 millones de toneladas de CO2 al año (una cantidad equivalente a la emitida por la ciudad de Barcelona) y hace un uso responsable tanto del agua (por medio de sistemas de riego a demanda) como de sustancias activas, además de actuar como freno ante la erosión y cortafuegos natural. Y que su huella ambiental es más baja también por un hecho tan simple como que se encuentra geográficamente cerca del consumidor final, lo que implica un menor impacto de la cadena logística.
Por otra parte, la campaña anima a los consumidores y profesionales a descubrir el sabor y la textura únicos de las almendras autóctonas de la Península Ibérica, como guara, soleta, belona, avijor-lauranne o penta, por citar cinco de entre las más de 100 variedades presentes en el territorio. Algunas de ellas incluso son milenarias.
En resumen: sostenibilidad y calidad son el dúo de características ganadoras con el que la almendra europea se propone conquistar el mercado global.
Para más información, visita la web sustainablealmond.eu